En tiempos de conquista, los españoles asumieron la tarea de evangelizar a los indígenas por lo que la expansión del catolicismo fue su principal cometido y una forma de estrategia para lograr el sometimiento de los nativos (Saavedra et.al, 2019). Se utilizaron ornamentos propios de la religión católica para sustituir objetos simbólicos de la cultura mapuche, además de realizar una persecución de todos estos ritos que se les consideraban paganos, de origen animista. Los indígenas debieron de idear una nueva estrategia para poder conservar sus valores identitarios de su cultura los cuales fueron amenazados. Evidentemente los contactos con esta nueva cultura desencadenaron cambios profundos en su modo de vida, especialmente en su religión, donde todos sus símbolos se vieron forzados a transitar hacia una nueva etapa de asimilación cultural obligada.
El arte de la escultura mapuche no es una expresión artística aislada del resto de sus expresiones; al contrario, tiene un vínculo con las demás prácticas de la comunidad sobre todo asociado a lo sagrado y, donde la gran diversidad de formas que toma el chemamull, depende del espacio que se le determina, y de la historia de la comunidad. El chemamull también coincide con las demandas sociales de la cultura, la recuperación de los territorios y la autoafirmación de su identidad, de ser reconocido por otros como miembro de la comunidad mapuche.
Han considerado a la escultura, vale decir, el chemamull, como un símbolo que forma parte del patrimonio cultural y que, de cierta forma, les permite una mayor visualización de sus demandas hacia el Gobierno chileno, tal y como pasó con el estallido social de 2019, donde las estatuas de los héroes fueron vandalizadas e incluso reemplazadas por símbolos de distintos pueblos indígenas, entre ellos, la cultura mapuche con sus grandiosas esculturas.
La cultura mapuche es tratada bajo estereotipos fuertemente marcados lo que tiene como consecuencia la incomprensión de su cosmovisión y todo lo referente a ella, siendo esto no tan solo una percepción por parte de un integrante de este pueblo étnico, sino que el propio gobierno chileno ha demostrado sobre todo durante el estallido social que se llevó a cabo en 2019 y parte de 2020, donde las esculturas de origen mapuche, diaguita y selk'nam que Antonio junto a su taller de artesanos/as colocaron en Plaza Dignidad, fueron sacadas brutalmente por agentes del gobierno, ya que se encontraban sobreponiéndose a la estatua de Manuel Baquedano de forma desafiante a la vista de todos,hecho que se cree fue ejercido por el sentimiento de desafío que imponen unas esculturas de pueblos originarios mirando a un ‘héroe de la patria’ que no hizo más que asesinar y oprimir a los pueblos indígenas. Además, de recordarle al pueblo chileno, que los pueblos originarios también eran y son parte del estallido social que se ha generado, ya que tienen mucho que pedir, exigir y recuperar.
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